El buen tiempo va dejando
paso a días con menos horas de sol y fuertes heladas nocturnas. Los cultivos de
verano, tomates, pimientos, pepinos, berenjenas,…. agotan sus últimos frutos,
es hora de la siembra de la verdura de invierno.
Por lo tanto, tras la
producción veraniega hay que preparar la tierra, agregándola nutrientes para la
nueva cosecha. Las constantes siegas del jardín y las hierbas no deseadas
eliminadas del huerto durante el verano han formado un excelente compost, que
agregaremos a la tierra cavada y oreada.
Para la utilización del
compost a base de hierba, separaremos la parte superior del compost, la hierba
con menos tiempo de descomposición y menor grado de humedad. Bajo esta
encontraremos el material más degradado ya listo para su incorporación a la
tierra de cultivo.
La parte superior, de
aspecto pajizo, no es desdeñable, la utilizaremos en la protección de cultivos
delicados contra las heladas, por ejemplo haciendo camas alrededor de las
plantas de alcachofas.
Una vez esparcido el
compost sobre la tierra conviene mezclarlo, para lo que podemos utilizar una
pala de ganchos, que al remover la tierra la desmenuza y mezcla.
Tras esto el terreno
donde teníamos tomates está listo para plantar brócolis, berzas o repollos.
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