lunes, 30 de septiembre de 2013

La lavanda

La lavanda es una de las plantas aromáticas y terapeutas que más me gustan. Las bonitas y olorosas flores de esta planta arbustiva ornamentan tanto el jardín como cualquier estante en el que coloquemos un ramito. Su cultivo es sencillo dado que tiene pocas exigencias en cuanto al terreno, y se desarrolla bien en cualquier ambiente que no sea umbrío.

Originaria de los países mediterráneos es conocido su uso ya por los romanos en perfumes, baños y para ahuyentar mosquitos. En la cultura europea la lavanda se relacionaba con la sensualidad pero en oriente se apreciaba por sus características relajantes.

La lavanda en el huerto actúa como repelente de insectos que pueden afectar los cultivos, además las abejas tienen predilección por sus flores, lo que las atraerá a nuestra huerta favoreciendo la polinización.


El componente principal de la Lavanda es el aceite esencial, que contiene alcoholes terpénicos (linalol, geraniol y borneol) y esteres, entre otras muchas sustancias, responsables de sus propiedades sedantes, hipotensoras, antiinfecciosas y bactericidas.

Aprovechando estas propiedades la lavanda puede utilizarse como:
·         Calmante en caso de nervios, ansiedad, irritabilidad, insomnio, taquicardia y migrañas
·         Digestivo para tratar gases y sensación de hinchazón
·         Tratamiento de dolores reumáticos, infecciones cutáneas, heridas, etc
·         Repelente de mosquitos o para tratar las picaduras de insectos

Las formas de uso más habituales son:
·         Aceite: se maceran flores secas en un aceite de calidad, como aceite de almendras. Se usa externamente para problemas de la piel, quemaduras, sequedad o para aliviar picaduras de mosquitos. Un ligero masaje en las sienes con este aceite calma los nervios y alivia los dolores de cabeza.
·         Infusión: se hierve agua, se añade un puñado de flores y se deja en reposo unos minutos. Esta infusión es recomendable como calmante y digestivo.
·         Alcohol: se macera lavanda en alcohol sanitario de 96º. Se usa en fricciones contra tensiones musculares y para activar la circulación
·         Saquitos de flores secas: tras recoger las flores de la lavanda se dejan secar a la sombra al menos un par de semanas, tras lo que se introducen en saquitos de tela. De esta forma pueden usarse en los armarios como antipolilla, y a la vez ambientador. Las flores secas en una almohadita o un peluche pueden ayudar a los niños a relajarse a la hora de dormir. También pueden añadirse las flores en sacos de semillas terapéuticos, para que al calentarlos, se aprovechen sus propiedades calmantes.